Una luna llena, gorda y brillante, pone el bucle final a la segunda semana de nuestros campamentos hípicos, aquí en este rinconcito del Pirineo aragonés. El relincho de los caballos, nerviosos por el trasiego de los niños con sus juegos nocturnos puntúa una noche extramadamente cálida. La ola de calor ha sido la protagonista de esta segunda semana que se acaba ya, atropellando la anterior y alejándose a galope tendido. El tiempo vuela. Unos marchan con los ojos llorosos y la promesa de regresar el verano próximo. Otros llegan, llenos de energía e ilusionados con los días por venir, con el reencuentro de los amigos de otros años, con los caballos cuyos nombres no han olvidado
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